lunes, abril 27, 2009

Se suponía...

Este no es mi tiempo. Tal vez un error ocurrió en el gran plan del espacio y el tiempo cuando sufrió de un rayazo, y por una mala calculación en la naturaleza de la existencia, termine naufragando en un tiempo donde no pertenezco. Se suponía que existiera en los tiempos de Albizu. Donde cualquier chispa podía causar el fuego entre las fuerzas del bien y el mal. En ese tiempo donde mi ideal no estaba demás, es más, necesitábamos esa rabia para así cobrar la fuerza de diez hombres libres, que es lo suficiente para devastar el motivo de los del norte que vinieron a confinarnos a la nieve, a la separación, a la deformación de la poesía de esa armonía puertorriqueña. Remontandome en ese tiempo donde aun importaban mis palabras que viajaban como ondas de radio, haciendo que el jíbaro las sintiera y las siguiera hasta su origen. Apuntandose a poner en riesgo su vida; así trascendiendo al plano espiritual que solo los valientes y los justos pueden llegar. Se suponía que viviera en el tiempo en que con placer me pasearía por la sombra de la muerte, solo para dar luz a una estrella libre y soberana. Se suponía que estuviese ahí en los plenos gritos de Pedro, dejando que su voz creciera por el y me diera euforia el ardor de mis tímpanos mientras rugía sus palabras, sus ordenes, su pasión; para yo llevarlas a cabo con el fusil plasmado en mi alma. Y al final de mi paseo como entidad material, reencarnar en el cuerpo de mi tierra. Se suponía, que la sangre de mi sangre gozara de una rima hermosa, en la que día a día salía el sol a invocar cada vez que alumbrara el pasto y el rocío, el jíbaro y su mocho, su campo y sus costas, la jíbara y sus hijos. Se suponía que fuéramos el uno para el otro, valores de virtudes y virtudes de valores. Se suponía que aquellas masacres hubiesen sido suficiente razón para causar un revoltijo en la carne y el en sentido de los espectadores, rebelándonos, quitándoles la hombría con cada cortada de machete, cada tiro de un rifle, cada explosión de dinamita, cada grito de guerra. Se suponía que se fueran de aquí pidiendo perdón de casa en casa por cada casa destruida, alma consumida y tierra agredida. Se suponía que fuese nadie quien nos traicionara y dejara toda esta calamidad pasar por regalarnos comida y zapatos para engañarnos la empatía. En fin, se suponía que yo fuera un personaje que simbolizara rabia en un relato, matando a esos cobardes.

Pero tal vez no fue ningún error, y hoy estoy aquí sirviendo de eco para esas palabras que aun no se han desvanecido en el espacio y el tiempo. Tal vez se supone que en pleno viaje de este eco, se vuelva a convertir en onda de radio para que así mis compatriotas vuelvan a ser los jíbaros que alertaron su oído a lo que una vez fue un llamado en nuestra sangre, y heredamos los instintos para ser nosotros quienes rayemos el curso del espacio y el tiempo desviando una vía nueva en el destino de nuestra patria. Suponiendo, que aun soy ese personaje en esta épica del tiempo que representa la rabia de lo que mi pueblo una vez fue.

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